Resulta curioso echar la vista atrás y recordar como hace tan sólo unos pocos años hacer un evento sostenible resultaba un "extra" más añadido a la producción de los eventos, el cual encarecía el presupuesto final del mismo. Todo un lujo, vamos. Un evento sostenible era un lujo al alcance de unos pocos, vamos!
 
Sí, y es que aún hoy la sostenibilidad aplicada al mundo de los eventos sigue percibiéndose como un factor de encarecimiento de los eventos, y no sólo desde algunas agencias, sino también desde algunos clientes. Ello es debido, como ya hemos comentado con anterioridad, a que se ha identificado la sostenibilidad con el empleo de ciertos productos con tal o cual etiqueta ecológica, y a otras acciones derivadas del encarecedor greenwashing.
 
La sostenibilidad ha venido para quedarse en el mundo de los eventos. Cada vez será más frecuente ver cómo los organizadores de eventos planifican y gestionan sus eventos desde las directrices que sólo la sostenibilidad es capaz de ofrecer. Y planificar un evento equivale a evitar errores y despilfarros.
 
¿Acaso no es un lujo derrochar agua?
¿Acaso no es un lujo derrochar agua?
 
La auténtica sostenibilidad de un evento nace de, primero, plantearse las necesidades del evento, es decir, qué es lo que se necesita para que el organizador y los asistentes queden satisfechos, y ... segundo, qué bienes y servicios resultan necesarios para que, empleados de forma eficiente, se consigan satisfacer las necesidades tanto del organizador como de los asistentes.

Este análisis es la clave de la sosteniblidad de un evento, y cada vez hay más organizaciones que se plantean estas cuestiones, y no se trata de un simple lujo.

Y es que, un evento NO SOSTENIBLE, equivale a derroche de cosas que no aportan valor al evento (por ejemplo el típico merchandising "Made in Asia" que acaba en el cubo de la basura). Eso sí que es un lujo-

La sostenibilidad es ante todo el uso eficiente de los recursos, y visto así la sostenibilidad no es un lujo, sino una necesidad intrínseca de cada evento.

En estos tiempo de austeridad, el lujo es poder permitirse derrochar materiales, agua y energía. EL LUJO ES NO SER SOSTENIBLES, y es curioso como esta filosofía, que tan clara  tienen en países como Alemania o Suecia, cuesta asumirla en España. Cuestión de tiempo imaginamos.